esperaba a esa su soledad...
esperaba a esa su dueña insania...
esperaba a ese suicidio silencioso de su voz.
Paso, aroma, ramas y sombras.
Cabello entre brisas y ponzoña de olvido...
una mano o destello hacia el bolsillo a guardar al ovillo dorado de promesas y juicios anticipados... ese que se talla en un altar.
Cada instante apresado en silencio en que apenas por esa rendija veo su silueta y aveces creo escucharla sin que me escuche...
Juro que la veo, juro que la siento y hasta podría dibujarla sin llegar a olvidarla.
No merezco ni su sonrisa y por eso cierro la esperanza al vaticinar ese círculo de fuego que ronda su mano... en esa promesa ajena que "ella" espera y que yo regalé a los dioses para a nadie burlar con falsas promesas que sólo a "ella" señalaron...
Su voz se me negó por temor a no olvidarla... y aún hoy la escucho.
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