Buenos tiempos mis jóvenes amigos...

He venido a este Mundo para dar amor y abrazar con el alma la esperanza de vida. Ayudar, dar y amar... todo es un mismo sentido de vida. Agradezco a los elementos del Universo por darnos su energía y por permitirnos compartir cada día.
Dios... nos bendice con el día y el respirar que son un milagro.
Gracias a Dios Padre... y gracias a las voluntades de cada uno de ustedes de amar y sonreír.

viernes, 5 de diciembre de 2008

esa tarde se hizo tarde... como siempre

Ayer le narré una historia a un "amigo", me gustaría que entendieran que cuando digo amigo me refiero a un conocido amigable y cuando digo historia es porque ya es parte de lo vivido y no precisamente algo histórico, sí un amigo que acababa de encontrar o quizás él me encontró.
Me despedí de él sin siquiera preguntarle su nombre, aunque ahora cuestiono su cortesía de decírmelo él sin que yo se lo pidiera, total yo le estaba entreteniendo la tarde, o, quizás yo no debí contarle nada que tendría que ser ese algo?.
En fin. Me alejé de aquel lugar luego de su diplomática sonrisa con esa su mirada de intriga, claro está que él se fue primero, me desabotoné el penúltimo botón del abrigo que me fascina porque lo tejió mi abuela. Yo siempre la había visto tejer todas las tardes de mi infancia en la puerta de la casa mientras yo trataba de que los demás muchachos me dejaran jugar a la pelota que en sí no me gustaba mucho pero mi tío me había dicho que eso atraía a las muchachas hacia uno... aunque tampoco me interesaban las muchachas pero mi tía, no la esposa de mi tío sino su hermana que en sí era su media hermana pero eso era como un secreto que alguna vez al hijo del vecino se le escapó el decirlo en una de estas fiestas de barrio y ustedes hubieran visto la escena que se armó pero eso no sería un relato interesante sino penoso, sí mi tía siempre decía que "uno debe de apuntar desde joven a las parejas para asegurarse una". Mi tía siempre estuvo sola y no sé porqué le hacía tanto caso con esto de las muchachas, tal vez por eso ahora ando solo.
Crucé a la banca del frente en donde una señora vio desde el principio cómo me acerqué al muchacho y cómo luego de mi relato él se fue sin decirme su nombre. La señora ya no estaba y noté que la vista de aquí hacia el lugar donde el muchacho y yo estábamos era más divina que la de allá hacia acá. Ahora sé que debí contarle la historia a la señora y no al muchacho ni a ustedes.

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