Los árboles nunca olvidan...

Los dragones bajaron, miraron a su alrededor y buscaron desesperada y raudamente por todo el planeta.

Discutieron intensamente entre ellos y hasta conversaron con los árboles para saber si ellos, los guardines de la Tierra… sabían algo. Pero los nobles maderos sólo bajaron sus ramas y se abrazaron… porque siglos atrás los dragones se olvidaron que pertenecían a la Tierra y volaron entre las nubes a lugares desconocidos… todo cuando la Tierra los necesitaba. Y los árboles nunca olvidan.

Entre lugares grises y de neblinas con ecos de lamentos… con rocas partidas y mares desesperados de su propio hogar, ahí, hasta ahí llegaban las miradas de los dragones, hasta el final de la Tierra. A donde sólo ellos saben cómo llegar.

Buscaron, gritaron y volaron por todos lados. Los apasionados dragones de flameante vuelo destellaban en su pasar por el cielo como girones de flamas… coléricos y desesperados como si se les acabaran los latidos.

Se ampararon de la noche. Rogaron a la Luna que los protejan y a los vientos que no les borren el regreso a casa… pero, todos habían visto llorar a los nobles árboles. Y todos se olvidaron de los dragones y de las promesas.

Volaron y veían cómo sus huellas desaparecían, cómo sus gritos no tenían ecos y su búsqueda no servía. Se miraron entre ellos y el cansancio vencía a su agónica búsqueda. Ni siquiera pudieron entender el legado dejado por las rocas.

Cayeron entre un abismo, allá al final de la Tierra…

Orgullosos, sin visión clara y con la agonía en su expresión… prefirieron arrojarse y olvidarse de sus alas… como también de juramentos.

Se dejaron caer… el dolor fue mayor. El viento les rasgaba la silueta mientras todo se hacía más oscuro. Y entonces… entonces, su última mirada les dejó ver que ahí estaba, ahí estaba! La Princesa estaba al otro lado del abismo… allá, viéndolos caer.

…ya muy lejos de su destino y de su búsqueda.